Nuestro reino no es; jamás es pues siempre será. Seres preliminares, vivimos en un umbral. Somos los herederos del porvenir; prestatarios del futuro, debemos devolver el capital dado, la vida -muriendo-, para que otros inviertan en su empresa de vivir.
Nuestro aporte a la eternidad: el instante, este aquí y ahora del que todo depende en más. Sé noble, la vida debe vivir; tú, sé con seguridad lo que eres: un transportista, un agente fletero de los zapallos del adn. Cumple con tu deber y haz la entrega a la hora señalada.
Dios es abscondictus -y yo supongo que no sin cierto sacrificio-, pero no por ello, otiosus. De estar todo el día entrometiéndose en nuestros asuntos, ¡a santo de qué la libertad! No es a Él a quien debemos rogarle, pedirle ni exigirle nada. Con agradecerle a diario es suficiente; ningún otro holocausto es necesario en su nombre. A nosotros en cambio ...
Dos brazos, dos manos, dos palmas; apenas si diez deditos auxiliares. Si disponemos estas herrramientas para que únicamente agarren cosas de qué adueñarse, jamás habrá con lo qué entretenerse uno; con lo qué tenerse a sí, bien aferrado del alma, quiero decir. Hay que despojarse de lo impropio, lo demasiado transitorio, lo que degrada el fin último de transmitir la vida con alegría, sanía moral y amor. El camino de santidad no es tan estrecho si uno, al hacerlo, supone transitarlo con otros. Si con todos, el universo todo es el camino ...
En el horno están las ideologías y pasadas, de moda, las utopías. Por eso yo a la mía la predico poco. Más bien, la voy haciendo; y de a puchitos, como la voy pudiendo, como la voy queriendo ... es que no convenzo a naides de que pior es perder la dignidad a una muela, o que mejor conservar la risa, la fe y la esperanza, que la vida misma pa' que sea de pura mierda. ¿En mi selva ideal no hay doctores, no hay dentista, no hay vacunas, no hay computadoras ni nada de todo eso que se hace porque sobra la guita en qué gastarla (cómo si no hubiera a quien darle de comer)? ¿Nos morimos jóvenes, de pronto? ¡Sí!, y a mucha honra; hemos asumido que la vida es un préstamo de los que están por venir, y que no es pa' siempre, y que hay que devolverla; hemos aprendido que el dolor es tan parte de todo el caso, que no es ni para girtarlo ni para sufrirlo, sino para volverlo experiencia y frío helado pa' poderlo comparar con el calorcito de la llama viva de sentirse uno vivo y bien. Y que por otra parte, estar sano tiene mucho más que ver con reir que con parecer serio pa' ser flor de neurótico, o depresivo, o ahora también, bipolar (histeria francesa o a la garçon). Que estar vivo, y así sea por un ratito, vale la pena si se ha venido a amar.
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